Las elecciones catalanas no están convocadas, pero no importa. Desde que el President Maragall, anunció que las adelantaba para el próximo día 1 de Noviembre de hecho se iniciaron.
A todas luces se presentan como las elecciones más abiertas que se han producido. Abiertas y polarizadas.
Esta es una confrontación entre dos. Montilla y Mas. PSC y CiU. El resto de las formaciones PP, ERC y IC esperan poder participar o condicionar. Saben que serán un complemento, no el tronco central y que su mayor o menor capacidad de influir dependerá de cómo lo dejen los ciudadanos el día de las elecciones. Ese es su juego, su lógico y legitimo juego.
Conscientes de ello, los lideres y los partidos que si tendrán la responsabilidad de decidir, nos proponen a los ciudadanos que no se lo pongamos tan complicado como hace tres años, que el resultado sea más claro, más nítido.
Hasta aquí las coincidencias, a partir de aquí, ya nada es igual.
Mas y los suyos, pretenden hacer pujolismo, pero esconden a Pujol. Como siempre, intentan colocar el debate donde más les interesa, en el terreno identitario, pero, por si acaso, configuran un programa y un discurso orientado hacia sectores conservadores, no necesariamente nacionalistas. Discurso que no exhiben, no sea cosa, que pierdan “gancho” entre sectores catalanistas no conservadores.
Anuncian una campaña de proposición y, hasta ahora, solo hay oposición. Oposición a Montilla, a la acción del Govern, a desplegar el Estatut, a todo y con todo.
Es lógico, sin poder reivindicar la gestión de sus gobiernos, ni un líder carismático o de gestión, solo queda una campaña en negativo.
Montilla, por el contrario, intenta poner en primer lugar a las personas y el programa de reformas sociales y económicas que se necesitan. Antepone el concreto desarrollo del Estatut al etéreo debate identitario. Muestra con orgullo lo mucho que ha hecho el Govern en estos tres años, en temas sociales, económicos, políticos y de autogobierno. Exhibe la eficacia que caracteriza su gestión, pero también la tranquilidad en las transformaciones que dirige. Propone en positivo.
Esto es cosa de dos, pero la elección será nuestra.
A todas luces se presentan como las elecciones más abiertas que se han producido. Abiertas y polarizadas.
Esta es una confrontación entre dos. Montilla y Mas. PSC y CiU. El resto de las formaciones PP, ERC y IC esperan poder participar o condicionar. Saben que serán un complemento, no el tronco central y que su mayor o menor capacidad de influir dependerá de cómo lo dejen los ciudadanos el día de las elecciones. Ese es su juego, su lógico y legitimo juego.
Conscientes de ello, los lideres y los partidos que si tendrán la responsabilidad de decidir, nos proponen a los ciudadanos que no se lo pongamos tan complicado como hace tres años, que el resultado sea más claro, más nítido.
Hasta aquí las coincidencias, a partir de aquí, ya nada es igual.
Mas y los suyos, pretenden hacer pujolismo, pero esconden a Pujol. Como siempre, intentan colocar el debate donde más les interesa, en el terreno identitario, pero, por si acaso, configuran un programa y un discurso orientado hacia sectores conservadores, no necesariamente nacionalistas. Discurso que no exhiben, no sea cosa, que pierdan “gancho” entre sectores catalanistas no conservadores.
Anuncian una campaña de proposición y, hasta ahora, solo hay oposición. Oposición a Montilla, a la acción del Govern, a desplegar el Estatut, a todo y con todo.
Es lógico, sin poder reivindicar la gestión de sus gobiernos, ni un líder carismático o de gestión, solo queda una campaña en negativo.
Montilla, por el contrario, intenta poner en primer lugar a las personas y el programa de reformas sociales y económicas que se necesitan. Antepone el concreto desarrollo del Estatut al etéreo debate identitario. Muestra con orgullo lo mucho que ha hecho el Govern en estos tres años, en temas sociales, económicos, políticos y de autogobierno. Exhibe la eficacia que caracteriza su gestión, pero también la tranquilidad en las transformaciones que dirige. Propone en positivo.
Esto es cosa de dos, pero la elección será nuestra.