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dimecres, 29 de novembre del 2006

La épica cotidiana

Ayer tomó posesión el 128 President de la Generalitat, José Montilla. Mientras se producía el acto no podía por menos que recordar el debate de investidura de la semana pasada.
A mi entender, fue un debate épico. Por sus contenidos, que no por su forma.
Asistimos a la confrontación dialéctica de dos maneras de hacer y gobernar. La que separa la épica de lo cotidiano de la épica nacionalista.
Montilla defendió su catalanismo social. Una propuesta política en la que fortalecer el estado de bienestar y modernizar la economía a través de una forma de gobernar transparente, participativa y ordenada, es el medio de construir una comunidad de personas cada vez más libres. “Pensar ordenadamente, actuar racionalmente, atender calidamente” es una buena política, no es solo gestión.
Mas, como representante del mayor grupo de oposición, al desconsiderar la propuesta de buen gobierno para solucionar los problemas de las personas y recriminarle la falta del tono épico que tanto gusta a los nacionalistas, los de aquí y los de allá, contraponía Catalunya a los catalanes.
La historia de la humanidad se ha explicado en base a nombres propios. Pero, realmente, es el fruto de muchos nombres comunes, de la lucha, día a día, de millones de personas para progresar ellos y sus familias, de esfuerzos individuales y de trabajo conjunto, de responsabilidades personales y de solidaridades y de cooperaciones colectivas. Esos son valores que el nuevo President defendió en la parte final de su discurso, que todos han reconocido como emocionada y emocionante.
En la épica como género literario se cantan las hazañas de un héroe o de una colectividad. Por eso, a los nacionalistas conservadores la épica de lo cotidiano les parece poco épica.
Con Montilla llega al Govern la épica de lo cotidiano.

dimecres, 22 de novembre del 2006

70 a 48

70, 48, 14, 3.
No es una combinación ganadora de la loto u otro juego numérico de azar. Es el resultado de la votación con la que Ernest Benach ha renovado su mandato en la Presidencia del Parlament de Catalunya.
Las matemáticas son inexorables. 70 es mayor que 48. Los 70 de la Entesa son más que los 48 de Mas. Aunque su candidata, hubiera recogido los 14 votos del PP y los 3 de Ciutadans solo hubiera llegado a 65. Tampoco sumaba.
6 minorías y ninguna mayoría. Ese es el Parlament que ha salido de las urnas. Configurar una mayoría parlamentaria no son matemáticas, es política. El problema no es que la Entesa suma, sino en su incapacidad política para sumar.
La pataleta de Mas y los suyos, afirmando que la Presidencia del Parlament y del Govern les corresponden, es inaceptable.
Exhibir su mal humor, tachar de comedia la reunión con el Presidente del Parlament, proclamarse “l’altre president” o negar legitimidad moral a todos los demás son lujos que Mas no puede permitirse. Evidentemente, si quiere liderar alguna cosa que no sea un reducido grupo de amigos.
La democracia es respeto a sus normas. No respetar o menospreciar las dos Presidencias de Catalunya revela un grave déficit de aprendizaje y práctica democrática.
Entre la formula inglesa del “shadow cabinet”(gabinete sombra) a la de “l’altre president” hay una gran distancia. La que va entre los partidos que aceptan resultados y reglas y se transforman en la sombra del gobierno, para vigilarlo y hacer oposición y la de las personas que no aceptan su derrota política.
Mas debe elegir. O como le pide Duran LLeida se pone a trabajar de lo que es, aunque no le guste, el líder de la oposición o continúa haciendo caso a su “colla”, la que lo ha encumbrado pero también la que puede hundirlo, y corre el riesgo de acabar liderando moralmente la nada.

dimecres, 15 de novembre del 2006

Mártires o pancarteros

Entiendo que dirigentes y simpatizantes de CiU no estén contentos.
Han llegado a la meta delante de las otras fuerzas, pero no gobernarán. Son la minoría mayoritaria, ni más ni menos. Ni Mas ni Madí lo ignoraban, por eso jugaron tan duro, para alcanzar un mejor resultado, pero no lo consiguieron.
La nuestra es una democracia donde gobierna el que consigue la mayoría parlamentaria. Es nuestra “segunda vuelta”. En otros sistemas la segunda vuelta, si no hay mayoría absoluta, la protagonizan los electores. Aquí son los diputados. Siempre ha sido así. Ciertamente, las reglas se pueden cambiar, pero nunca a mitad del partido. Y eso es lo pretenden los “pancarteros” que últimamente peregrinan ofendiendo, aunque se hagan los ofendidos, desde “Can ERC” al Liceu pasando por Palau.
Mas se ha desmarcado de ellos. No sé si todos los suyos lo hacen, pero el que cuenta es él. Y él ha optado por el martirologio. “Quieren acabar con CiU”, dice como versión partidista del victimismo que les caracteriza.
Mas sabe que en democracia el fin de un partido o una federación nunca se fuerza desde fuera, se dinamita desde dentro. Y finalmente, sus electores lo apuntillan retirándole su apoyo.
Las presiones exteriores, por extraño que parezca, unen más que separan y anestesian del dolor de la derrota final. Pero, los cierres de filas bloquean los procesos de rectificación y las alimentan las verdaderas termitas que son: sus errores, sus disensiones, sus formas y sus estrategias.
El estado de excitación en que vive, no ayuda a conservar la cabeza fría. Debe serenarse, rápidamente. Si fruto del “calentón” opta, como hace tres años, por dejar que lo suban a la montaña del nacionalismo radical cuando intente bajar se encontraran el valle de la centralidad ocupado.
Si se deja llevar por los pancarteros, será mártir.

dimecres, 8 de novembre del 2006

De progreso y estable

El próximo gobierno de Catalunya ha de ser de progreso y estable.
De progreso social y económico para aprovechar la buena coyuntura económica que vivimos y estable para que sea una fuente de resolución de problemas, no de creación.
Ahora, cuando las cosas van globalmente bien, se han de diseñar, pero sobre todo ejecutar, las inversiones en infraestructuras productivas, físicas y del conocimiento que nos permitan progresar, no solo crecer. Al mismo tiempo, se debe invertir en la construcción de las infraestructuras de la cohesión social, evitando que la brecha social se abra, que la inmigración se transforme en un problema en lugar de una oportunidad y que todo ello, no solo frene el crecimiento, sino que estalle si las cosas se tuercen.
La prioridad es hoy invertir en la modernización y la cohesión social del país, esa es la “entesa” sobre la se construye el pacto del próximo gobierno y la diferencia sobre la propuesta de CiU, el ganador minoritario, que defendió un modelo de desarrollismo económico no contrapesado con una política social solvente.
La estabilidad, tras un resultado muy fraccionado, solo era posible mediante dos escenarios de pactos: un frente nacionalista (CiU+ERC) o un “entesa” entre las fuerzas de progreso (PSC+ERC+ICV-EUA). El primero no era garantía de estabilidad, ni aquí ni con el resto de España, y la reedición del segundo requiere de un cambio en las formas que acalle los “ruidos internos” que se han producido. Los ruidos externos se mantendrán, porque ese el papel que corresponde a la oposición, el tripartito que forman (CiU+PP+Ciutadans).La eficacia, rapidez y sigilo negociador, son un símbolo de la estabilidad que nos espera. Es la marca de la “casa”. La que aporta quien será el nuevo presidente de la Generalitat, José Montilla.

dimecres, 1 de novembre del 2006

¡¡Hoy, a votar!!

Hoy, festividad de Todos lo Santos, a votar.
Hoy, como reza el lema institucional, te toca a ti.
Hoy, dicen los sociólogos, habrá personas indecisas que sufrirán lo que ellos llaman el vértigo electoral, es decir que se acercaran hasta al colegio sin tener decido todavía a quien votarán. Son personas conscientes de su obligación ciudadana, pero que dudan sobre quienes les representaran mejor.
No son de las que ya tenían decido su voto de antemano, las de “piedra picada”, las que votan una formación política a pesar, y a veces en contra, de quien la encabecen. No son de esos electores - no muchos, dicen - que han utilizado la campaña para clarificar sus ideas y decidir su voto.
Son las personas que dudan. No por falta de análisis o información, sino quizás por todo lo contrario. Dudan a quien votar, pero no de ir a votar. Son personas que acabarán decidiendo su voto en el último momento, por proximidad con una opción o por descarte de todas las otras, pero irán a votar.
No son de las otras, de las que no votarán. No son de esas que critican el “agobio” de la campaña y, al mismo tiempo, que no les han traído a casa la solución a “su” problema, de que no se habla de las cosas concretas y, si se hace, de que no se concreta el modelo de país. No son de las que afirman, sin ningún rigor ni pudor, que es igual la propuesta del PP que la de PSC o ICV o la de CiU que la de ERC, porque “todos los políticos son iguales”. No son de las que rehúsan participar en una decisión que les atañe o de las que pasan su responsabilidad al resto, para luego criticarlas.
Son personas conscientes de que su voto vale mucho, que con él deciden el futuro, que tienen el poder de decidir si este país y su gente avanza o retrocede. Quizás, por eso sopesan su voto hasta el final. Por eso, hoy van a votar.