“Que Santa Lucia les conserve la vista”. La vista política. La capacidad de observar la realidad y sacar conclusiones.
La coalición que da soporte al Gobierno de Jordi Pujol llegó a la moción de censura intentando fijar tres ideas en el ideario político: “que la moción de censura era innecesaria, que Pasqual Maragall era un candidato inconsistente, frívolo y vaporoso, y que los socialistas no tenían una propuesta para Catalunya”.
Después que Pasqual Maragall presentara el primer día un programa de gobierno basado en cuatro líneas maestras y diecisiete compromisos. Intentaron negar la evidencia de la propuesta presentada. Su actitud se mostró no solo equivocada sino patética. Es la expresión de aquellos que permanecen ciegos ante la realidad que les esta cambiando bajo los pies.
Un programa con un amplio contenido social. Un programa donde la educación, el trabajo, la atención a la familia, a las personas mayores, a la dignificación de los barrios, a la seguridad, a la inmigración no solo produce reflexiones sino que, sobre todo, aporta soluciones.
Un programa que se obsesiona porque el crecimiento económico se siga produciendo y haga posible el progreso social sostenible. Donde la investigación y el desarrollo, la preservación del medio ambiente y las infraestructuras sean tres pilares sobre los que asentar una economía capaz de hacer frente a los retos de la globalización.
Un programa que para hacer del Gobierno de Catalunya una administración más próxima a las personas, menos dirigista y cerrada.
Un programa para colocar Catalunya en España, Europa y el mundo de una forma más abierta y positiva que hasta ahora.
Un programa y un candidato con capacidad e ilusión. Una persona, Pasqual Maragall, con un ambicioso proyecto abierto a la mayoría de la sociedad, a la pluralidad de las fuerzas de progreso, a la que han querido ridiculizar y “nigunear”, pero que ha demostrado de nuevo su solidez, potencia y su capacidad de ilusionar.
Este ha sido un gran debate político. El Parlament ha debatido estos días gracias a la iniciativa de nuestro grupo sobre lo que necesita y interesa a las personas, a pesar de la actitud de la CiU.
Jordi Pujol ha ofrecido el dramático y inédito espectáculo de un presidente de Gobierno que ante una moción de censura se esconde detrás de la aritmética parlamentaria para rehuir el debate político. Se ha equivocado, una vez más, confundiendo estabilidad con inactividad. Solo ha conseguido menospreciar al Parlament y deteriorar su imagen y trayectoria.
Convergencia i Unió intenta ahora aparecer muy contenta con el resultado del debate. No porque el resultado numérico no fuera el previsto sino porque creen ya tienen un líder, Artur Mas, para sustituir a Jordi Pujol. Es verdad que tiene un líder, pero no del futuro gobierno, sino de la futura oposición al gobierno de progreso que encabezara Pasqual Maragall.
Es tal el temor a sufrir el síndrome de la UCD - una vez se pierde el gobierno se desaparece del mapa político – que en CiU han respirado esperanzados y tranquilos al ver un aplicado y puntillista opositor. Ya tienen líder para la oposición.
Que CiU no se disuelva como un “azucarcillo” una vez, como afirman los mejicanos, “se caiga del presupuesto”, será una buena noticia para la democracia y para Catalunya. CiU representa una parte de la ciudadanía que necesita un referente político.
Pero, que Santa Lucia les conserve la vista, si de verdad se creen lo que dicen, o mejor dicho lo que tienen que decir.
Desde la moción de censura, se ha empezado a descontar el tiempo que le queda a este gobierno cansado y cansino para ver como es sustituido por una mayoría social y plural vertebrada entorno a la propuesta de progreso que conduce Pasqual Maragall. Cuanto más se opongan a esa demanda social, más riesgo asumen. ¡Ellos mismos!.
La coalición que da soporte al Gobierno de Jordi Pujol llegó a la moción de censura intentando fijar tres ideas en el ideario político: “que la moción de censura era innecesaria, que Pasqual Maragall era un candidato inconsistente, frívolo y vaporoso, y que los socialistas no tenían una propuesta para Catalunya”.
Después que Pasqual Maragall presentara el primer día un programa de gobierno basado en cuatro líneas maestras y diecisiete compromisos. Intentaron negar la evidencia de la propuesta presentada. Su actitud se mostró no solo equivocada sino patética. Es la expresión de aquellos que permanecen ciegos ante la realidad que les esta cambiando bajo los pies.
Un programa con un amplio contenido social. Un programa donde la educación, el trabajo, la atención a la familia, a las personas mayores, a la dignificación de los barrios, a la seguridad, a la inmigración no solo produce reflexiones sino que, sobre todo, aporta soluciones.
Un programa que se obsesiona porque el crecimiento económico se siga produciendo y haga posible el progreso social sostenible. Donde la investigación y el desarrollo, la preservación del medio ambiente y las infraestructuras sean tres pilares sobre los que asentar una economía capaz de hacer frente a los retos de la globalización.
Un programa que para hacer del Gobierno de Catalunya una administración más próxima a las personas, menos dirigista y cerrada.
Un programa para colocar Catalunya en España, Europa y el mundo de una forma más abierta y positiva que hasta ahora.
Un programa y un candidato con capacidad e ilusión. Una persona, Pasqual Maragall, con un ambicioso proyecto abierto a la mayoría de la sociedad, a la pluralidad de las fuerzas de progreso, a la que han querido ridiculizar y “nigunear”, pero que ha demostrado de nuevo su solidez, potencia y su capacidad de ilusionar.
Este ha sido un gran debate político. El Parlament ha debatido estos días gracias a la iniciativa de nuestro grupo sobre lo que necesita y interesa a las personas, a pesar de la actitud de la CiU.
Jordi Pujol ha ofrecido el dramático y inédito espectáculo de un presidente de Gobierno que ante una moción de censura se esconde detrás de la aritmética parlamentaria para rehuir el debate político. Se ha equivocado, una vez más, confundiendo estabilidad con inactividad. Solo ha conseguido menospreciar al Parlament y deteriorar su imagen y trayectoria.
Convergencia i Unió intenta ahora aparecer muy contenta con el resultado del debate. No porque el resultado numérico no fuera el previsto sino porque creen ya tienen un líder, Artur Mas, para sustituir a Jordi Pujol. Es verdad que tiene un líder, pero no del futuro gobierno, sino de la futura oposición al gobierno de progreso que encabezara Pasqual Maragall.
Es tal el temor a sufrir el síndrome de la UCD - una vez se pierde el gobierno se desaparece del mapa político – que en CiU han respirado esperanzados y tranquilos al ver un aplicado y puntillista opositor. Ya tienen líder para la oposición.
Que CiU no se disuelva como un “azucarcillo” una vez, como afirman los mejicanos, “se caiga del presupuesto”, será una buena noticia para la democracia y para Catalunya. CiU representa una parte de la ciudadanía que necesita un referente político.
Pero, que Santa Lucia les conserve la vista, si de verdad se creen lo que dicen, o mejor dicho lo que tienen que decir.
Desde la moción de censura, se ha empezado a descontar el tiempo que le queda a este gobierno cansado y cansino para ver como es sustituido por una mayoría social y plural vertebrada entorno a la propuesta de progreso que conduce Pasqual Maragall. Cuanto más se opongan a esa demanda social, más riesgo asumen. ¡Ellos mismos!.
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