Han ganado los vascos y ha perdido ETA. Ha ganado la vida y ha perdido el terror. Han ganado el dialogo y la palabra y han perdido las pistolas y las bombas. Ha ganado la democracia y ha perdido la dictadura. Eso fue lo que pasó, el domingo 13 de mayo, en las elecciones vascas.
Con una participación del 80%, el mensaje es indiscutible. La ciudadanía del País Vasco deja sentenciado que no quiere a ETA. Pacífica y democráticamente arrinconaron a los que defienden o no condenan la muerte, los atentados y los asesinatos.
Estas elecciones han supuesto el hundimiento electoral de EH. La candidatura que encabeza Arnaldo Otegi, fue la única que perdió votos, aunque votó mucha más gente. Les han abandonado más de 80.000 personas. Personas que no han matado ni mataran nunca, pero les daban apoyo político. No los han abandonado por miedo a lo español, como cínicamente afirman. ¡Que ellos hablen de miedo, tiene “bemoles” la cosa!.
La razón es que además de personas, ETA pretende matar las esperanzas de todos. Esas personas son nacionalistas y seguramente independentistas que no quieren construir su país sobre la muerte. Ganaremos la paz el día que las que quedan abandone esa trinchera. Ese día ETA no será mas que el GRAPO.
Que ETA no escucha las urnas, lo sabemos. No lo ha hecho nunca. El atentando contra un periodista dos día después de las elecciones lo demuestra. Por eso será necesaria también eficacia policial y apoyo internacional, pero sin atraer hacia la paz a más y más personas no se ganara de forma definitiva a esa banda.
Por eso, la responsabilidad de todas las fuerzas democráticas PNV-EA, PP-UA, PSE e IU es recoger el mandato de la ciudadanía y llevarlo a la practica.
Las legitimas diferencias políticas sobre el modelo de estado y sociedad, que se defienden democráticamente, no pueden ser una grieta por la que se cuele la violencia y los violentos. La división de los demócratas solo ha beneficiado a los violentos. Es verdad que la unidad de las fuerzas democráticas no resuelve las cosas automáticamente, pero también lo es que sin ella no hay solución.
Estas elecciones permiten que se reconstruyan los puentes. Independientemente de la composición que finalmente tenga el Gobierno que presida Ibarrretxe, no contará, como en el pasado, con el soporte de los que no han condenado las muertes y los atentados. Esta pasada por las urnas permite a todos que, igual que el ave Fénix, que renacía de las cenizas, el nuevo Gobierno Vasco tenga una nueva e indiscutible legitimidad democrática. Seria bueno que fuera de amplia base, pero, en todo caso, lo imprescindible es que se reconstruya el dialogo para abordar la paz.
Si se coincide en la necesidad del dialogo entre los demócratas, los discursos que tratan al pueblo vasco de inmaduro o exigen rectificaciones de todos menos de ellos, como hace Aznar, solo son una prolongación de una errónea campaña planteada en términos de confrontación.
La política en términos Aznarianos se reduce a hacer hincar la rodilla a los adversarios si no ceden a sus pretensiones. ¡Sino que se lo pregunten a CiU!. Esa forma de hacer política también ha perdido en estas elecciones.
Posiblemente todos deban, debamos, rectificar. Rectificar para superar la división y el enfrentamiento entre demócratas y trabajar para la paz. Quien no lo haga, lo pagará en las urnas.
El único frente que hay que fortalecer es contra la violencia, por la paz y la convivencia.
Desde aquí, creemos comprender lo que se ha votado: “Vascos sí, ETA no”.
Con una participación del 80%, el mensaje es indiscutible. La ciudadanía del País Vasco deja sentenciado que no quiere a ETA. Pacífica y democráticamente arrinconaron a los que defienden o no condenan la muerte, los atentados y los asesinatos.
Estas elecciones han supuesto el hundimiento electoral de EH. La candidatura que encabeza Arnaldo Otegi, fue la única que perdió votos, aunque votó mucha más gente. Les han abandonado más de 80.000 personas. Personas que no han matado ni mataran nunca, pero les daban apoyo político. No los han abandonado por miedo a lo español, como cínicamente afirman. ¡Que ellos hablen de miedo, tiene “bemoles” la cosa!.
La razón es que además de personas, ETA pretende matar las esperanzas de todos. Esas personas son nacionalistas y seguramente independentistas que no quieren construir su país sobre la muerte. Ganaremos la paz el día que las que quedan abandone esa trinchera. Ese día ETA no será mas que el GRAPO.
Que ETA no escucha las urnas, lo sabemos. No lo ha hecho nunca. El atentando contra un periodista dos día después de las elecciones lo demuestra. Por eso será necesaria también eficacia policial y apoyo internacional, pero sin atraer hacia la paz a más y más personas no se ganara de forma definitiva a esa banda.
Por eso, la responsabilidad de todas las fuerzas democráticas PNV-EA, PP-UA, PSE e IU es recoger el mandato de la ciudadanía y llevarlo a la practica.
Las legitimas diferencias políticas sobre el modelo de estado y sociedad, que se defienden democráticamente, no pueden ser una grieta por la que se cuele la violencia y los violentos. La división de los demócratas solo ha beneficiado a los violentos. Es verdad que la unidad de las fuerzas democráticas no resuelve las cosas automáticamente, pero también lo es que sin ella no hay solución.
Estas elecciones permiten que se reconstruyan los puentes. Independientemente de la composición que finalmente tenga el Gobierno que presida Ibarrretxe, no contará, como en el pasado, con el soporte de los que no han condenado las muertes y los atentados. Esta pasada por las urnas permite a todos que, igual que el ave Fénix, que renacía de las cenizas, el nuevo Gobierno Vasco tenga una nueva e indiscutible legitimidad democrática. Seria bueno que fuera de amplia base, pero, en todo caso, lo imprescindible es que se reconstruya el dialogo para abordar la paz.
Si se coincide en la necesidad del dialogo entre los demócratas, los discursos que tratan al pueblo vasco de inmaduro o exigen rectificaciones de todos menos de ellos, como hace Aznar, solo son una prolongación de una errónea campaña planteada en términos de confrontación.
La política en términos Aznarianos se reduce a hacer hincar la rodilla a los adversarios si no ceden a sus pretensiones. ¡Sino que se lo pregunten a CiU!. Esa forma de hacer política también ha perdido en estas elecciones.
Posiblemente todos deban, debamos, rectificar. Rectificar para superar la división y el enfrentamiento entre demócratas y trabajar para la paz. Quien no lo haga, lo pagará en las urnas.
El único frente que hay que fortalecer es contra la violencia, por la paz y la convivencia.
Desde aquí, creemos comprender lo que se ha votado: “Vascos sí, ETA no”.
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