Después de 16 meses sin verle la cara al odio, al resentimiento y a la barbarie del terrorismo, parecía que habíamos alcanzado la paz.
La dureza de las imágenes del cuerpo sin vida del teniente coronel Pedro Antonio Blanco García nos ha despertado de golpe de nuestra ensoñación En la fría mañana del 21 de enero hemos visto como, de nuevo, ha sonado el estrépito del lenguaje de las bombas y las pistolas con el se expresan aquellos que no creen ni en la fuerza de sus palabras, ni de sus planteamientos.
Durante ese periodo algunos nos habíamos esperanzado con la posibilidad de que la paz fuera posible; sabíamos que no era fácil, que no seria rápida, pero queríamos hacerla posible. Todos necesitábamos y seguimos necesitando hacerla posible. Pero, los violentos han hecho lo único que saben hacer; cuando no ganan le dan un golpe al tablero.
Aquellos que un día anunciaron una tregua, en una guerra que ellos han declarado unilateralmente no buscaban la paz. Exclusivamente, buscaban la derrota de aquellos a los que nos han declarado como enemigos.
Intentan imponernos sus planteamientos a todos los ciudadanos que no pensamos, opinamos, actuamos como ellos, pero que estamos dispuestos a que piensen, opinen y actúen como quieran. La única condición inexcusable que les imponemos es que renuncien a ejercen la violencia sobre otros seres humanos y que respeten las reglas de la democracia. Hay radica nuestra fuerza.
Pretendiendo demostrar fuerza con este salvaje acto del que son los únicos responsables, lo único que han mostrado es su debilidad. Ninguna razón o posición justifica una muerte.
Al acabar con la vida de una persona han pretendido matar también nuestra ilusión por alcanzar la paz. Si consiguen que con su acción nos desesperemos, ganaran. Si consiguen que nos aterroricemos, ganaran. Son conscientes de que no pueden ganar de ahí su irracional respuesta.
Por el contrario, las personas que creemos en la democracia sabemos que no vamos a cejar hasta lograr la paz, mediante la acción política y conjunta de todos los demócratas, nacionalistas o no, de la acción policial y la acción judicial frente a la violencia, el asesinato y la irracionalidad.
Esa esperanza, en nosotros mismos y en lo que estamos construyendo es lo que nos da la fuerza para levantarnos un día más sin el temor y la desesperación que nos quieren imponer. Han roto una vida pero no romperán nuestra ilusión de alcanzar la paz.
Durante ese periodo algunos nos habíamos esperanzado con la posibilidad de que la paz fuera posible; sabíamos que no era fácil, que no seria rápida, pero queríamos hacerla posible. Todos necesitábamos y seguimos necesitando hacerla posible. Pero, los violentos han hecho lo único que saben hacer; cuando no ganan le dan un golpe al tablero.
Aquellos que un día anunciaron una tregua, en una guerra que ellos han declarado unilateralmente no buscaban la paz. Exclusivamente, buscaban la derrota de aquellos a los que nos han declarado como enemigos.
Intentan imponernos sus planteamientos a todos los ciudadanos que no pensamos, opinamos, actuamos como ellos, pero que estamos dispuestos a que piensen, opinen y actúen como quieran. La única condición inexcusable que les imponemos es que renuncien a ejercen la violencia sobre otros seres humanos y que respeten las reglas de la democracia. Hay radica nuestra fuerza.
Pretendiendo demostrar fuerza con este salvaje acto del que son los únicos responsables, lo único que han mostrado es su debilidad. Ninguna razón o posición justifica una muerte.
Al acabar con la vida de una persona han pretendido matar también nuestra ilusión por alcanzar la paz. Si consiguen que con su acción nos desesperemos, ganaran. Si consiguen que nos aterroricemos, ganaran. Son conscientes de que no pueden ganar de ahí su irracional respuesta.
Por el contrario, las personas que creemos en la democracia sabemos que no vamos a cejar hasta lograr la paz, mediante la acción política y conjunta de todos los demócratas, nacionalistas o no, de la acción policial y la acción judicial frente a la violencia, el asesinato y la irracionalidad.
Esa esperanza, en nosotros mismos y en lo que estamos construyendo es lo que nos da la fuerza para levantarnos un día más sin el temor y la desesperación que nos quieren imponer. Han roto una vida pero no romperán nuestra ilusión de alcanzar la paz.
Article publicat a la Revista AQUI despres de l'assessinat del Tinent Coronel Pedro Antonio Blanco
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