El fiscal Mena ha archivado las diligencias previas que abrió en relación al llamado "cas Vendrell". Considera que las cartas remitidas no constituyen coacción sobre las personas que las recibieron. Pero, casi ha sido peor el remedio que la enfermedad.
La misma resolución que exculpa judicialmente a ERC, contiene un durísimo alegato de claras implicaciones morales, sociales y políticas. No hay consecuencia jurídica ni judicial por las cartas, pero si una consecuencia política, altamente importante.
Confundir el gobierno con el partido, como se señala en el auto que archiva la causa, no es un tema menor. Es un grave error político. Un error, que no por conocido, deja de ser menos grave. Un error que demuestra que algunos en ERC, no han entendido que gobernar no es ocupar el gobierno.
Si algo hemos padecido en Catalunya en los 23 años de gestión de gobierno que condujo CiU, es esa falta de claridad en la delimitación de fronteras. País, gobierno y partido se entrelazaban de forma tan confusa como irreconocible. Detrás del "nosaltres" se confundía expresamente el sujeto colectivo que efectuaba las cosas. Podía ser una actuación de ciudadanos de Catalunya, del gobierno de Catalunya o de CiU. Todo debía quedar integrado bajo la misma marca. Y así criticar al partido o al Gobierno era atacar a Catalunya.
El error no está en financiarse a partir de aportaciones voluntarias de altos cargos políticos. El error es actuar pensando que el gobierno es tuyo, cuando solo eres un depositario de la confianza de la ciudadania, que debes renovar periódicamente.
El error es confundir gobierno con partido y actuar como si fuera así. Esa es la grave confusión política que deben solucionar. Las cartas son una expresión de esa una confusión, no el problema en si mismo. Pero si no aclaran su confusión, no resolverán su problema.
Recuperar la confianza y los votos alcanzados no se soluciona cambiando la carta financiera de ERC, sino su practica en el gobierno.
El cambio no era quitar a CiU, para hacer lo mismo.
La misma resolución que exculpa judicialmente a ERC, contiene un durísimo alegato de claras implicaciones morales, sociales y políticas. No hay consecuencia jurídica ni judicial por las cartas, pero si una consecuencia política, altamente importante.
Confundir el gobierno con el partido, como se señala en el auto que archiva la causa, no es un tema menor. Es un grave error político. Un error, que no por conocido, deja de ser menos grave. Un error que demuestra que algunos en ERC, no han entendido que gobernar no es ocupar el gobierno.
Si algo hemos padecido en Catalunya en los 23 años de gestión de gobierno que condujo CiU, es esa falta de claridad en la delimitación de fronteras. País, gobierno y partido se entrelazaban de forma tan confusa como irreconocible. Detrás del "nosaltres" se confundía expresamente el sujeto colectivo que efectuaba las cosas. Podía ser una actuación de ciudadanos de Catalunya, del gobierno de Catalunya o de CiU. Todo debía quedar integrado bajo la misma marca. Y así criticar al partido o al Gobierno era atacar a Catalunya.
El error no está en financiarse a partir de aportaciones voluntarias de altos cargos políticos. El error es actuar pensando que el gobierno es tuyo, cuando solo eres un depositario de la confianza de la ciudadania, que debes renovar periódicamente.
El error es confundir gobierno con partido y actuar como si fuera así. Esa es la grave confusión política que deben solucionar. Las cartas son una expresión de esa una confusión, no el problema en si mismo. Pero si no aclaran su confusión, no resolverán su problema.
Recuperar la confianza y los votos alcanzados no se soluciona cambiando la carta financiera de ERC, sino su practica en el gobierno.
El cambio no era quitar a CiU, para hacer lo mismo.
El cambio era gobernar con políticas distintas, pero también con formas distintas, más democráticas, más transparentes.
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