“Ya no hay derecha ni izquierda”. “Esos planteamientos son una antigualla del pasado”. “Eso son cosas de “progres trasnochados”. “Lo que se debe y se puede hacer es lo mismo, mande quien mande”. Con esas y otras frases similares nos “taladran el coco” los voceros de la derecha. Tratan de repetir muchas veces una cosa, que no es verdad, para que se transforme en un aserto indiscutible.
Pero la realidad es tozuda. No es verdad que todo sea lo mismo. Sin ir más lejos, hace unos pocos días en el suplemento sobre nuevas tecnologías de un diario de difusión estatal aparecían, en dos hojas consecutivas, las dos maneras de afrontar un mismo tema. La de la derecha y la de la izquierda.
Ambos estaban relacionados con el acceso a la sociedad de la información. Lo más curioso del tema es que precisamente en un tema de futuro sea tan claro contrastar formas de hacer tan diferentes.
El primer articulo recordaba la promesa del gobierno de Aznar de subvencionar con 30.000 pesetas la compra de ordenadores si estaban preparados para acceder a Internet. Promesa incumplida, por otra parte.
En la pagina siguiente se informaba de la iniciativa del Gobierno sueco, por boca del ministro socialdemócrata de Industria Empleo y Comunicaciones, en relación con una ley para dar el gran salto a la sociedad de la información.
El gobierno sueco pretende la confianza, la accesibilidad y la competitividad sean tres características de la red de comunicaciones en su país.
Confianza, para ello, el gobierno garantizará la seguridad de las comunicaciones y las transacciones de los usuarios, y la ausencia de interferencias en el uso de la red. Junto con la formación en la escuela y el desarrollo tecnológico se pretende que “las personas no teman enfrentarse a lo desconocido”.
Competitividad mediante una red de banda ancha de 2 Megabit por segundo (40 veces más rápida que la española) y accesibilidad mediante la seguridad de que esa red llegara hasta las zonas menos pobladas.
Eso es invertir en futuro y en justicia social.
Curiosamente, las inversiones para hacer posible este proyecto las realizara la empresa telefónica de Suecia, Telia. ¡ Lo han adivinado, es una empresa totalmente pública!.
Ahora el gobierno sueco, cumpliendo las directrices de la Unión Europea, empezará su privatización parcial. No obstante, se reservara todavía más de la mitad. Con el tiempo llegara a ser totalmente privada, aunque “como socialdemócratas no es lo nosotros deseamos, pero las cosas son así” ha dicho el ministro. No obstante, antes de privatizarla harán que su telefónica invierta en aquello que asegura más condiciones de igualdad a los ciudadanos y les permita desarrollarse más libremente y no en especular para unos cuantos bolsillos.
Ese modelo sueco es tan diferente al anunciado - que no realizado - por el Gobierno de Aznar, que consiste en darle 30.000 pesetas al que ya tiene 150.000 o más para comprarse un ordenador. La prioridad debería ser crear condiciones para la igualdad (infraestructuras y formación), no fomentar todavía mucho más la dualidad ante las nuevas tecnologías
El gobierno socialdemócrata sueco busca que una moderna y potente red de comunicaciones llegue a todo el territorio, subvencionando el acceso a las zonas menos pobladas. Aquí, el Gobierno de Aznar privatiza sin crear la obligación de que las empresas concesionarias de servicios básicos (telefonía, gas, electricidad) aseguren que el acceso a esos servicios se produzca por igual en Barcelona que en las comarcas de montaña.
También en la gestión de las nuevas tecnologías hay políticas de derechas e izquierdas. No es verdad que todo sea igual, pero sobre todo no es verdad que nos tengamos que resignar a soportar que nos “taladren el cerebro”.
Pero la realidad es tozuda. No es verdad que todo sea lo mismo. Sin ir más lejos, hace unos pocos días en el suplemento sobre nuevas tecnologías de un diario de difusión estatal aparecían, en dos hojas consecutivas, las dos maneras de afrontar un mismo tema. La de la derecha y la de la izquierda.
Ambos estaban relacionados con el acceso a la sociedad de la información. Lo más curioso del tema es que precisamente en un tema de futuro sea tan claro contrastar formas de hacer tan diferentes.
El primer articulo recordaba la promesa del gobierno de Aznar de subvencionar con 30.000 pesetas la compra de ordenadores si estaban preparados para acceder a Internet. Promesa incumplida, por otra parte.
En la pagina siguiente se informaba de la iniciativa del Gobierno sueco, por boca del ministro socialdemócrata de Industria Empleo y Comunicaciones, en relación con una ley para dar el gran salto a la sociedad de la información.
El gobierno sueco pretende la confianza, la accesibilidad y la competitividad sean tres características de la red de comunicaciones en su país.
Confianza, para ello, el gobierno garantizará la seguridad de las comunicaciones y las transacciones de los usuarios, y la ausencia de interferencias en el uso de la red. Junto con la formación en la escuela y el desarrollo tecnológico se pretende que “las personas no teman enfrentarse a lo desconocido”.
Competitividad mediante una red de banda ancha de 2 Megabit por segundo (40 veces más rápida que la española) y accesibilidad mediante la seguridad de que esa red llegara hasta las zonas menos pobladas.
Eso es invertir en futuro y en justicia social.
Curiosamente, las inversiones para hacer posible este proyecto las realizara la empresa telefónica de Suecia, Telia. ¡ Lo han adivinado, es una empresa totalmente pública!.
Ahora el gobierno sueco, cumpliendo las directrices de la Unión Europea, empezará su privatización parcial. No obstante, se reservara todavía más de la mitad. Con el tiempo llegara a ser totalmente privada, aunque “como socialdemócratas no es lo nosotros deseamos, pero las cosas son así” ha dicho el ministro. No obstante, antes de privatizarla harán que su telefónica invierta en aquello que asegura más condiciones de igualdad a los ciudadanos y les permita desarrollarse más libremente y no en especular para unos cuantos bolsillos.
Ese modelo sueco es tan diferente al anunciado - que no realizado - por el Gobierno de Aznar, que consiste en darle 30.000 pesetas al que ya tiene 150.000 o más para comprarse un ordenador. La prioridad debería ser crear condiciones para la igualdad (infraestructuras y formación), no fomentar todavía mucho más la dualidad ante las nuevas tecnologías
El gobierno socialdemócrata sueco busca que una moderna y potente red de comunicaciones llegue a todo el territorio, subvencionando el acceso a las zonas menos pobladas. Aquí, el Gobierno de Aznar privatiza sin crear la obligación de que las empresas concesionarias de servicios básicos (telefonía, gas, electricidad) aseguren que el acceso a esos servicios se produzca por igual en Barcelona que en las comarcas de montaña.
También en la gestión de las nuevas tecnologías hay políticas de derechas e izquierdas. No es verdad que todo sea igual, pero sobre todo no es verdad que nos tengamos que resignar a soportar que nos “taladren el cerebro”.
Article publicat a la revista AQUI
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