Pàgines

dimecres, 21 de febrer del 2007

No sé si Lidia lo verá bien


Con esa irónica frase, referida a Lidia Falcón, el grupo teatral Dagoll Dagom resumía las contradicciones de dos feministas de principios de los años 80. Era uno de los “sketchs” de “Glups” - obra inspirada en los cómics del francés Gerard Lauzier - y en él dudaban si ofrecer solidaridad a un travesti, que había sido agredido físicamente por su “protector”.
Incluso, frente a un claro ejemplo de lo que ahora llamamos violencia de género, la duda les asaltaba. No por la injusticia, sino por las especiales características de la persona que la recibía. Lo reconozcamos, o no, eso nos ocurre a todos.
Por eso quiero afirmarlo sin ambages: ¡Estoy a favor de Ángela Bustillo, Miss Cantabria 2007! ¡Deben devolverle el título!
Alguien pretenderá cuestionar a la persona, a los concursos de “misses”, a la profesión de modelo y hasta que quiera trabajar fuera de casa. Todo para no apoyar, o hacerlo muy tibiamente, a esa joven de 22 años, dependienta en una charcutería, que ha sido desposeída del título de Mis Cantabria, de un empleo, por el hecho de ser madre.
Ángela no es la heroína de una historia romántica, es una joven madre que trabaja, y quiere trabajar, fuera de casa. Una mujer que, como miles de madres españolas, asume diariamente el esfuerzo de compaginar el trabajo con la crianza de su hijo. Apoyándose, en su caso, en la familia. Otras lo hacen en la pareja o en los todavía insuficientes servicios públicos de educación infantil.
Si las leyes reconocen la igualdad de oportunidades de las mujeres, y más si son madres, la sociedad, no. Negarla o restringirla en el trabajo, es ir contra la libertad para decidir. Esa libertad que está basada en la autonomía económica. Eso es lo que se cuece aquí, no una crónica de sociedad. Y ante ello, no caben ni dudas, ni medias tintas.