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dilluns, 3 d’abril del 2000

No hay una maldición, hay responabilidades.

Cuesta creerlo, pero es cierto. No pesa ninguna maldición sobre los fondos públicos destinados a la formación de las personas en paro que les impida ser destinados para aquello que fueron previstos.
Y cuesta creerlo porque, desgraciadamente, nos hemos acostumbrado al sistema de formación ocupacional que CiU ha montado, donde los cursos van por un lado y las necesidades de las personas en paro y las de las empresas que quieren contratarlas, por otro.
¿Como se explica sino que después de gastar más de 100.000 millones de pesetas en los últimos cuatro años, y con más de 177.657 personas inscritas como paradas, los empresarios no encuentran gente formada incluso para ocupar puestos de trabajo de oficios tradicionales (electricista, calderero, tornero, carpintero, paleta, etc..).? Este hecho por si solo debería servir para reconocieran que han malgastado el dinero público, es decir que lo han gastado mal,.
Pero es que además cuando la inmensa mayoría de las personas en paro ( casi el 80 %) sufren una falta grave de formación profesional, llevan más de un año en el paro, son jóvenes con problemas escolares, mujeres mayores de 35 años o personas con discapacidades, resulta que la oferta de cursos en su mayoría (el 66%) son de informática, técnicas de venta y administración de empresas. ¿De verdad, que alguien quiere que nos creamos que eso está bien hecho? ¿Qué esa es la formación que necesitan las personas en paro y las empresas?.
¿Por qué sucede esto?. Sencillamente porque desde el Departament de Treball no se ha dirigido la formación, se han repartido subvenciones y algunas veces con resultados muy poco presentables.
Se han repartido de forma poco transparente. Todavía hoy, nadie puede saber que cursos se están haciendo en Catalunya financiados con los impuestos que pagamos entre todos, ni acudiendo a una Oficina de Treball.
Se ha dado trato de favor a unos centros privados frente a otros, por el hecho de estar dirigidos por personas, directa o familiarmente, próximas a Unió Democrática de Catalunya, el partido que dirige la Conselleria de Treball, e incluso a fundaciones de ese partido.
Y en los últimos días, se ha publicado la supuesta financiación irregular de Unió Democrática de Catalunya por parte del empresario catalano-andorrano Fidel Pallerols Montoya, que no solo ha recibido más de 1.500 millones de subvención en los últimos cinco años para sus centros de formación, sino que tenia una relación empresarial con la persona que le otorgaba las subvenciones.
En la formación ocupacional, no solo ha habido descontrol, como ahora reconoce el ex-conseller Farreras, han habido mas cosas que es necesario explicar. Pero no quieren que las conozcamos.
Unió pretende enterrar el tema con una comisión al estilo Juan Palomo: “yo me lo guiso, yo me lo como”. Lo único que consigue con ello y al negarse a crear la comisión de investigación que propusimos las fuerzas de izquierda en el Parlament para esclarecer el asunto, es incrementar la duda y la desconfianza sobre el buen uso de los fondos de formación.
Porque cuando CiU le ofrece los votos a Aznar para que siga de presidente, y el PP los suyos a Pujol para que tenga un presupuesto aprobado para seguir gobernando, investigar el uso del dinero para formar a los parados es una molestia para esta nueva pareja (CiU-PP). Para ellos es mejor que se sigan malgastando esos fondos, a pesar de que ni trabajadores ni empresas resuelvan sus problemas, que intentar saber que ha sucedido y rectificar. Por ello, aunque cuesta creerlo, no pesa ninguna maldición sobre los fondos públicos destinados a la formación de las personas en paro que les impida ser destinados para aquello que fueron previstos. Lo que pesa sobre los fondos son esos responsables concretos del mal uso que se les da. Esos son los responsables y esa su responsabilidad.
Article publicat a la Revista AQUI